El gobierno ultraconservador de Italia restringió el viernes las condiciones de naturalización por derecho de sangre, limitando ahora esta posibilidad a dos generaciones, una medida que afecta principalmente a los descendientes de emigrantes en América Latina, y en particular a los argentinos. El 62% de la población argentina tiene algún ancestro italiano. A partir de ahora será necesario tener un padre o abuelo nacido en Italia para solicitar la nacionalidad. Antes era suficiente con un bisabuelo o incluso un tatarabuelo, según la reforma del ius sanguinis adoptada en el Consejo de Ministros.
Y no podrán, como algunos hacían, obtener el pasaporte italiano de la UE y no volver nunca más a Italia, o hacerlo solo por vacaciones. Las condiciones serán incluso más estrictas, porque después “se impondrá a los ciudadanos nacidos y residentes en el extranjero” y naturalizados italianos “mantener vínculos reales con nuestro país, ejerciendo los derechos y deberes de los ciudadanos al menos una vez cada 25 años”.
La medida podría acabar afectando la llegada de inmigrantes a Andorra, teniendo en cuenta que hay una parte de ciudadanos de origen sudamericano que disponen de la nacionalidad argentina. Los jóvenes argentinos a menudo tenían un bisabuelo o tatarabuelo italiano, ya que el grueso migratorio se desplazó en el último tercio del siglo XIX.
“El principio del derecho de sangre no será abolido y muchos descendientes de emigrantes podrán obtener la nacionalidad italiana”, aseguró el jefe de la diplomacia italiana, Antonio Tajani, tras el Consejo de Ministros. “Pero se establecerán límites precisos, especialmente para evitar abusos o la comercialización de los pasaportes italianos. La nacionalidad debe ser algo serio”, añadió.
El ministerio cita como ejemplo a Argentina, que tiene la comunidad de inmigrantes italianos más importante fuera de Italia, donde 20.000 descendientes obtuvieron la nacionalidad en 2023 en virtud del derecho de sangre, y 30.000 en 2024. En Brasil, 14.000 personas obtuvieron la nacionalidad en 2022 y 20.000 en 2024, según la misma fuente.
Según un cálculo del Ministerio italiano de Relaciones Exteriores, con la ley que estaba en vigor hasta ahora, entre 60 y 80 millones de personas en el mundo podían reclamar la nacionalidad italiana.