La historia de un argelino detenido en Francia y toda la investigación policial hasta su condena por el Tribunal Judicial de Foix muestra de forma muy clara el modus operandi de los grupos criminales que están monopolizando el contrabando de tabaco andorrano hacia Francia. La utilización de inmigrantes ilegales, sobre todo magrebíes, para hacer de soldados es fundamental. Son ‘prescindibles’, no llevan documentación y, si la han tenido alguna vez, la han destruido para dificultar las expulsiones. Cuando finalmente los expulsan, ya han ganado suficiente dinero para garantizar un nuevo paso a Europa y el ciclo vuelve a empezar. El magrebí de esta historia se hace llamar Arthur.
Es una historia de ilegales haciendo de ‘soldados’, pero también de ‘capos’ del sur de Francia que han convertido el contrabando con Andorra en un negocio altamente lucrativo. De ‘financieros’, como uno conocido como Cigarrillo 31, que encarga el producto y la marca que desea y asume el gasto de financiar la operación. Y de gestores que proporcionan coches y logística.
El modus operandi no es complicado. Se utiliza un coche viejo, robado, de coste casi nulo, o cualquier otra alternativa que permita que, si es incautado, no sea un problema. Las rutas de acceso a Andorra tienen numerosos controles con especial atención al contrabando. Ante cualquier control, la operación se aborta. Si piden la documentación y la mayoría o todos no la tienen, la aventura ha terminado.
Las consignas son claras. Si gendarmes o aduaneros intentan detener el vehículo, se trata de intentar huir en el coche. Si no pueden escapar, deben abandonar el vehículo y correr. Cada uno por su cuenta. No podrán atraparlos a todos. A menudo, a ninguno. El coche se queda en la carretera, en el depósito del municipio correspondiente (los de Ariège están casi todos llenos) o en la aduana francoandorrana. Ya ni siquiera se llevan los vehículos a la aduana porque hay tal acumulación de coches incautados que ya no hay espacio.
La estrategia no es muy complicada. Suben entre tres y cinco hombres a Andorra para llamar menos la atención en los controles. Todos ilegales o todos menos el conductor. Una vez en Andorra, compran el tabaco en diferentes establecimientos para limitar sospechas. El conductor regresa solo y el resto debe cruzar la frontera hacia Francia por la montaña. Han entrado cinco y cuatro transportarán la mercancía a mano hasta el otro lado de la frontera montañosa. ¿Qué ha pasado con el ‘mochilero’ que lleva tres cajas (con 50 cartones cada una) a la espalda con una estructura de madera y cargando un peso infernal en la noche? C’est fini. La diferencia de precio es tan grande que hay quienes cruzan con apenas un par de bolsas. Llevar 50 cartones de Marlboro implica haber pagado 192 euros en Andorra, mientras que en Francia costarían 650. Más de 450 euros de margen por persona. Cuando el conductor los recoge, entre los cuatro han comprado tabaco en Andorra por 770 euros, mientras que el coste de los 200 cartones en Francia es de 2.600 euros.
Los coches esperan al otro lado de la montaña. Llega el viaje de vuelta. La consigna sigue siendo clara: si hay control, evasión y abandono del vehículo. Las ganancias son tan elevadas que pueden permitirse perder algún cargamento y algún coche. En el trayecto de regreso, en ocasiones la intención de huir ha provocado accidentes o atropellos. Se han registrado víctimas mortales. A veces, los fugitivos ocupan o destrozan viviendas, especialmente en invierno, cuando hace mucho frío. La gente de Ariège está harta de la inseguridad generada por estas bandas de contrabando.
Es muy común que quienes compran el tabaco lo oculten en la montaña para realizar una operación nocturna de recuperación del producto. Se esconden los cartones y se aprovecha la oscuridad para dificultar ser atrapados. A veces, los que se desplazaron en coche permanecen hasta la noche, o realizan varios viajes acumulando grandes cantidades de tabaco en las montañas fronterizas con Francia. Por la noche, pueden llegar en grupos grandes, recoger el tabaco y dirigirse a los coches que los esperan en territorio francés.
Si la operación sale bien, el tabaco llega al mercado negro. Se vende en domicilios, bares o ‘colmados’ que lo tienen bajo el mostrador, o a través de vendedores ilegales que lo ofrecen directamente en eventos con gran afluencia de personas, como ferias y mercados. Se vende entre siete y ocho euros por paquete, aunque el precio varía según si la venta es directa o si pasa por más intermediarios. En Francia, la marca líder del contrabando andorrano (Marlboro) cuesta 13 euros en los estancos.
Cada semana se producen detenciones por contrabando. La Procuraduría de la República ha adoptado un nuevo enfoque, con peticiones de penas mucho más altas y expulsiones de los ilegales condenados por tráfico ilícito de tabaco. Casi siempre, los detenidos, juzgados y condenados son ‘soldados’. Apenas delatan a quienes están por encima en la jerarquía delictiva. Saben que serán expulsados y que pronto podrán regresar y retomar su trabajo. Es habitual que el condenado ya haya sido expulsado previamente y lo único que se haga sea aumentar los años de prohibición de entrada.
Con cerca de 2.000 euros de beneficio en una operación tan simple, hay dinero para todo. Cada grupo criminal organizado utiliza diferentes ‘soldados’ y coches para un tráfico constante. El embajador francés en el Principado ya ha advertido que la responsabilidad de frenar el contrabando recae en Andorra y lo vincula directamente con la diferencia de precios.